Pinto lo habitual, las minucias que se hay en mi ambiente cotidiano, doméstico... Hay en mis fondos un ambiente foliado, cálido, que me refrenda como algo orgánico, vivo, capaz de entenderme con mis plantas, mis perros y mis muebles.
Pero, sobre todo, pinto mis visiones de pareja, la que se comparte y parte, y une de nuevo para lograr el íntimo acometido de la supervivencia dolorosa y dichosa, ese sincretismo que con el tiempo se amalgama y se comporta como una misma esencia. Ahí que plasmo en la pintura juegos amorosos, dolorosos, irónicos, aunque en la mayoría de las representaciones el elemento masculino subyace ante la fuerza etérea de la mujer, toda ella firme y grandiosa.
Como se podrá ver atiendo a pequeños conjuntos de una misma técnica, o sea, salto del acrílico sobre tela a sobre mdf; del dibujo en acuarelas y carbón al óleo y temple sobre tela; estos conjuntos son de pocos elementos, pues me es indispensable patentar mis estados de ánimo, mi sensibilidad a los diferentes materiales tal como lo hago con los diferentes días; más que formalizar la continuidad de un sólo proyecto temático y técnico, prefiero la riqueza de los puntos emocionales de lo cotidiano.
Eh ahí una muestra de lo que últimamente me complace pintar, sólo lo que miro y quiero.

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— Didier López Carpio

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